Seguro que habéis visto, en infinidad de supermercados, bolsas que dicen ser respetuosas con el medioambiente, fabricadas con un material más endeble que el plástico y por las cuales nos suelen cobrar unos 5 ó 6 centímos de euro. Son bolsas que dicen ser biodegradables porque han sido fabricadas con almidón y algunos plastificantes naturales como, por ejemplo, la urea.
El almidón es un carbohidrato que se encuentra en algunos vegetales. Son cadenas de azúcares conformadas como gránulos (en el caso del almidón de la patata), donde la parte exterior presenta un polisacárido llamado amilopectina (70% del almidón) que, en su interior, posee en amilosa; la fracción más interesante del almidón que solo consitituye un 30% del mismo). Los fabricantes del nuevo 'eco-material' que pretende sustituir al plástico prefieren la amilosa porque, al no presentar entrecruzamientos, es más fácil de procesar y tiene unas características físicas y químicas más semejantes a un plástico común.
Ahora bien, si aclaramos que la patata se compone de un 75% de agua, un 5% de grasas, proteínas, minerales y otros azúcares y un 20% de almidón y sabemos que, de ese almidón solo nos interesa el 30% (que es la amilosa), entenderemos que hemos destrozado una patata solo porque nos interesa el 30% de su 20% o, lo que es igual, fastidiamos una patata entera para emplear solo un 6% de la misma en la fabricación de este tipo de bolsas.
A esto hay que sumar que el material que pretende sustituir al plástico es más frágil y viscoso, pierde resistencia en presencia de humedad y su coste de producción es diez veces superior al de una de un plástico común. Para paliar estos problemas este material es tratado biológica, química y físicamente con diferentes métodos que no acaban de ser tan respetuosos con el medio como dicen.
Efectivamente estas bolsas, una vez producidas, se biodegradan con facilidad. Bastan unos días a la interperie para desaparecer por completo pero ¿sería justo juzgar todo el proceso solo por su etapa final? Hay que cultivar vcntidades ingentes de patatas para conseguir un rendimiento muy reducido pues, sólo el 6% de la patata es empleada para la fabricación de bioplásticos y el resto de desecha (sí, también es biodegradable).
Analicemos ahora las tradicionales bolsas de plástico, fabricadas con polietileno (PE), a parit del etileno, que se sintetiza habitualmente por craqueo de los productos más ligeros del refinado del petróleo (propano y butano). Un proceso relativamente sencillo y de bajo coste, en el que se aprovechan los subproductos del refinado. El impacto medioambiental del PE (bastante más conocido por todos) no reside en su fabricación, sino en el producto final, que se biodegrada con dificultad, dependiendo de la densidad de éste. Una de estas bolsas puede tardar entre 5 y 10 años en biodegradarse a la intemperie. Actualmente, se está popularizando el uso de PE oxodegradable, que contiene sales metálicas (con la problemática que esto acarrea) capaces de acelerar la degradación de este plástico en meses, y no años.
La ventaja ecológica que presenta el PE es que es termoplástico que puede calentarse hasta fundirse y volver a moldearse. Por tanto, es 100% reciclable a bajo coste, porque funde a temperaturas bajas, entre 100 y 130ºC. En la actualidad, además, dicen que se está prescindiendo del uso de tintas con base metálica que también interferían en su reciclado, usándose sólo tintas al agua. Eso sí, aunque la teoría suena muy bien, solo el 30% del polietileno se recicla (el PE de alta densidad), y el resto (PE de baja densidad) se convierte en basura (altamente contaminante). Dicho esto, vemos que la única ventaja ecológica real es la del PE de alta densidad (PEHD), que sí se recicla de forma más eficiente y ofrece una mayor durabilidad del producto, con lo que las bolsas de este material sí son reutilizables (hasta 50 usos), cosa que no podemos decir de las bolsas biodegradables (un solo uso y a duras penas).
Desde Greenyway pensamos que la actitud más razonable y coherente frente al problema del abuso de las bolsas es la reutilización y nosotros, de momento, apostamos por las bolsas reutilizables de tela. ¿Qué opinas tú?