¿Sabías que, prácticamente, todas las piezas de plástico que se han fabricado a lo largo de la historia existen todavía? ¿Sabías que, cada año, llegan más de 8 millones de toneladas de plástico a mares y océanos y la situación no deja de empeorar? Solo los estadounidenses consumen dos millones y medio de botellas de plástico cada hora y los océanos acogen ya más de cinco billones de piezas de este material aunque, sin duda, el dato más demoledor viene de la mano de la Fundación Ellen MacArthur que asegura que, en el año 2050, habrá más plástico que peces en el mar.

Hoy os contamos la triste historia de Midway, 'la isla de plástico', también conocida como 'Isla Basura'.

Midway es un archipiélago perdido en medio del océano Pacífico, a miles y miles de kilómetros de la civilización. En los años noventa, dejó de ser una base naval para convertirse en un parque natural donde se refugian millones de pájaros y especies marinas amenazadas, como las focas monje, las tortugas verdes y los delfines aunque como, desgraciadamente, vaticinaron Robert Louis Stevenson y Paul Gauguin, "ni la isla más perdida del océano más inmenso está lo bastante lejos como para no ser profanada".

A día de hoy, un siniestro tapiz de desechos de pástico cubre la arena dorada de las que un día fueron las playas más paradisiacas del Pacífico. Basura que además de ensuciar lo que fue un bucólico paisaje, está matando a los pájaros más hermosos de la naturaleza. Cabezas de maniquíes, cepillos de dientes, mecheros, cascos de motos, botellas, sandalias, tapones y bolsas de todos los colores que nadie ha abandonado allí, que nunca cayeron de un avión ni llegaron en barcos. La marea los arrastra desde China o Estados Unidos, desde un enorme parche de pástico que gira en medio del Pacífico y que, seguramente, tú también has ayudado a construir. No es una montaña de plástico que flota en el océano. De hecho, probablemente, no lo encuentres si lo buscas con Google Earth. Esa masa de basura se va diluyendo en millones de pedazos tan diminutos que se confunden con el plancton y que los albatros confunden con comida. En el interior de la isla, los pájaros se mueren de hambre porque sus padres no lleván el alimento en sus picos; llevan veneno. Aunque las aves no pueden digeir las piezas de plástico, sí que al ingerirlas logran sentirse saciados. Algo que les causa malnutrición y, en la mayoría de las ocasiones, la muerte. Una pesadilla que no acaba jamás porque los distintos animales mueren y se descomponen, pero el plástico que han consumido se quedará para siempre en la arena. Midway probablemente desaparezca por el aumento del nivel del mar antes de que el plástico se degrade.

Científicos suecos demostraron hace poco que algunas especies criadas en el agua y que contienen microplásticos “solo comen plástico e ignoran sus fuentes naturales de comida de zooplancton”. Esa dieta de plástico, según su investigación, retrasa el crecimiento de los peces más jóvenes, reduce su posibilidad de incubar y causa comportamientos anormales.

Los desechos marinos causados por el hombre pueden causar un “daño físico” en humanos, a través de la comida que procede del mar. El gobierno de Estados Unidos asegura que el estireno -uno de los ingredientes fundamentales del plástico- es cancerígeno. Otro estudio calcula que los europeos que comen mariscos pueden estar expuestos a unas 11.000 piezas de microplástico cada año.

La CNN, a través de Chris Jordan, ha rodado en Midway un documental sobre la contaminación por el plástico – consecuencia de nuestro funesto estilo de vida – y sus consecuencias para la vida salvaje. Un documento audiovisual que puedes ver y difundir haciendo clic aquí.

Puede que el plástico parezca, hoy día, algo fundamental que hace nuestras vidas más cómodas pero, de verdad, no es un material fundamental. Existen multitud de alternativas mucho menos nocivas para nuestro planeta. Por favor, hagamos todo lo posible para reducir el consumo de plástico y cuidar el entorno que nos rodea. Si compartimos con vosotros este tipo de historias es, simplemente, para crear una mayor conciencia social y ecológica que nos permita, a nosotros, a nuestra fauna y a nuestra flora vivir más y en mejores condiciones.

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