En 1967, cuando Mike Nichols hizo la película The Graduate, el plástico era el futuro. Hoy en día, tenemos claro que apostar por un mundo más sostenible significa, sin duda, buscar alternativas a este material demoledor para el medio ambiente que es además, protagonista absoluto de la industria alimenticia y sus procesos de envasado. Paquetes nada sostenibles, derivados del pétroleo, que implican nefastas consecuencias como una producción desmedida de residuos no biodegradables y el consumo de compuestos potencialmente dañinos para la salud humana.
Peggy Tomasula dirige el Servicio de Investigación Agrícola de Estados Unidos, entidad responsable del invento que protagoniza el artículo de hoy. Una lámina ecológica, biodegradable e incluso, comestible que asegura ser algo menos elástica que el plástico pero mucho más saludable y hasta 500 veces mejor para aislar la comida del oxígeno. La novedad conocida como plástico orgánico se obtiene a partir de la caseína, una familia de proteínas que se puede encontrar en la leche de vaca y se estructura en largas cadenas de moléculas de 20 aminoácidos diferentes.
La primera versión de plástico orgánico obtenida por el equipo de investigadores liderado por Tomasula era visualmente aceptable, pero se disolvía rápidamente al entrar en contacto con sustancias húmedas y era demasiado frágil para cumplir la función que se esperaba de él. Una versión que mejoró bastante al añadirle pectina cítrica, una sustancia que aumentó su resistencia a la humedad y el calor; dos aspectos fundamentales en el sector de la alimentación. La doctora Laetitia Bonnaillie es otra integrante del equipo creador del también llamado bio-plástico y asegura que la última versión constituye una alternativa real al plástico y que, en un plazo aproximado de 3 años, envolverá los productos alimenticios que hoy consumimos de forma habitual. El nuevo envase no es solo saludable y sostenible, ayuda además a prevenir la descomposición de la comida por lo que podría evitar el desperdicio de alimentos durante la distribución a lo largo de la cadena alimentaria. Y es comestible, aunque no está hecho de almidón como otros envases disponibles en el mercado que también se pueden comer. Los envoltorios de caseína se componen, casi en su totalidad, de proteínas a las que se pueden incluir aditivos nutritivos como vitaminas o probióticos y también saborizantes. Del mismo modo, están trabajando en la creación de un spray de caseína para rociar cereales y mantener su crujiente frescura. Normalmente, los cereales se cubren con azúcar, por lo que la opción del spray sería mucho más saludable.
De momento, el invento de Tomasula y Bonnaillie está desarrollando un prototipo para una pequeña empresa en Texas, aunque son muchas las compañías que han mostrado su interés por el innovador material que pretende sustituir al plástico. “Las aplicaciones de este producto son infinitas” apunta Bonnaillie, codirectora del estudio. “Actualmente, lo estamos probándo en raciones individuales. Por ejemplo, en los envoltorios de queso utilizamos una gran cantidad de plástico. Nos gustaría arreglar eso”.
Lo que sea menos seguir contaminando y haciendo daño a nuestro planeta.