Todo el mundo sabe que nuestras acciones diarias afectan directamente al medio ambiente. Y uno de los mejores métodos de contabilizar este impacto, es por medio del cálculo de la huella de carbono, un método implementado en los años 90, que ha servido de base desde entonces. Se trata de un método de cálculo enfocado a determinar cuánto contribuye cada acción a las emisiones de gases de efecto invernadero. Y calcula tanto la emisión directa que realizan los procesos de nuestra actividad diaria, como cuánto impide esta actividad la lucha contra el Calentamiento Global.
Cálculo del Impacto de nuestra Actividad
La huella de carbono se mide en Kg de emisión de dióxido de carbono. Ya existen varias calculadoras en línea, desde las más simples hasta las más complejas, para calcular exactamente cuánto contribuye cada acción a la emisión de gases. Cualquier actividad humana es responsable, en mayor o menor medida, de emitir gases de efecto invernadero.
Sin embargo, las industrias, los grandes eventos y las grandes propiedades producen la mayoría de estos gases nocivos. Usando este método, es posible evaluar los impactos que nuestras actividades tienen en la atmósfera y cómo esta interfiere con el cambio climático causado por la liberación de gases de efecto invernadero de productos, servicios o procesos. Así, podemos entender cómo nuestros hábitos de consumo impactan en el planeta. Actualmente, se estima que la emisión de carbono representa más del 50% de la huella ecológica.
Nuestro modo de vida es bastante depredador, ya que emite cada vez más gases, de la que puede absorber la Tierra. Por ejemplo, un par de jeans, recién confeccionados, emite unos 35 kilos de CO2 equivalente. Mientras que un árbol absorbe entre 15 y 20 kilos de CO2 al año. Por lo tanto, es importante calcular la cantidad de CO2 equivalente que producen nuestras actividades, con el fin de minimizar los daños ocasionados y evitar la sobrecarga de los recursos naturales.
¿Cómo Reducir la Huella de Carbono?
La única forma de reducir la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera es cambiando los hábitos de consumo. Desde pequeñas actitudes cotidianas hasta grandes cambios en los procesos productivos industriales. En casa, es posible cambiar el menú del día a día, comiendo más verduras que carne, usar menos el automóvil, especialmente cuando se viaja en distancias cortas.
El compostaje de residuos orgánicos es un ejemplo simple de cambios de hábitos que se pueden implementar en cualquier rutina. Las empresas, de cualquier sector o tamaño, pueden hacer lo siguiente:
- Dar prioridad a socios y proveedores que tengan responsabilidad ambiental en sus procesos.
- Promover campañas para reducir los artículos desechables, sugiriendo que los empleados usen sus propios vasos o botellas.
- Repensar el proceso productivo, adoptando medidas que reduzcan el uso de insumos y recursos como el agua y la energía.
- Sensibilizar a los equipos sobre la importancia de seguir las recomendaciones para el ahorro de recursos naturales y materias primas.
En cuanto a las empresas, muchas de ellas son intensivamente contaminantes, con una huella de carbono más que considerable. Además, también manejan un punto álgido muy importante: La sostenibilidad de las acciones para reducir esta huella de carbono. Si las acciones tomadas por la empresa se sostienen en el tiempo, sin afectar en gran medida su proceso de producción, podemos decir que tendrá éxito en reducir nuestro impacto. Si en cambio, las acciones exigidas implican cambios drásticos en el proceso, que afecten la rentabilidad económica, los resultados serán pobres, por ello ofertar algún curso de huella de carbono gratis podría ser una acción didáctica y sensibilizadora, con alto retorno para la sociedad, porque comenzaría por dar herramientas de evaluación de su propio impacto a las empresas, ya que son una parte involucrada en este asunto.
Consumo de Energías Limpias
Optar por fuentes de energías limpias y renovables es una excelente manera de reducir la emisión de CO2 equivalente a la atmósfera y contribuir al medio ambiente. Por ejemplo, la energía solar no contribuye al efecto invernadero, no necesita turbinas ni generadores para producir electricidad, y por cada metro cuadrado de paneles solares instalados se conservan más de 50 m2 de terreno fértil. Esta es sin duda, una muy buna opción.
Escritor por Ysaura Pérez, redactora especializada en ecología y medio ambiente.