Las bolsas de plástico son a menudo arrojadas sin el menor cuidado. Muchos ciudadanos ignoran la existencia de los contenedores específicos para ese material y desconocen que su proceso de descomposición puede durar entre 100 y 500 años. Cada español consume 133 bolsas de plástico al año. Una cifra realmente sorprendente, sobre todo, si nos comparamos con Finlandia o Dinamarca donde cada persona usa anualmente solo cuatro bolsas de este tipo. Bolsas que pasan a convertirse en resíduos contaminantes pues el 80% del total acaban enterradas en vertederos. El plástico es además, el mayor residuo marino, cada año, 8 millones de toneladas de este material van a parar al agua. De esta basura, tan solo el 15% flota sobre la superficie y un 70% descansa en el fondo del mar.

Varios países europeos están adoptando medidas para reducir los efectos contaminantes que la sobreabundancia del plástico ocasiona en la naturaleza. Francia ha decidido prohibir las bolsas de plástico ligeras, es decir, las de un solo uso. Una medida antes tomada en Italia, Haití, Mauritania, Malí, Togo y Bangladesh. Países que solo permiten las bolsas de papel, las que tienen más de 50 micras de grosor, las que son reutilizables y las fabricadas con biopásticos derivados de productos vegetales como el maíz o el aceite de soja. En España, sin embargo, las tiendas y supermercados han pasado, simplemente, de regalar este tipo de bolsas a cobrarlas a 2 ó 5 céntimos. ¡Aún nos queda mucho que avanzar!

En la “guerra” contra la contaminación del plástico, París ha aprobado una ley para que, desde enero de 2020, vasos y platos desechables no se fabriquen íntegramente de ese material, sino con al menos un 50% de sustancias biodegradables como el almidón y la fécula de patata. Una propuesta también llega a España de la mano de la Comisión de Cambio Climático del Congreso de los Diputados y se aprobó unánimemente a finales de noviembre. De igual modo, deberá prohibirse la comercialización, la importación y la exportación de bolsas de plástico no biodegradables o de un solo uso.

Según el Instituto de Investigaciones Económicas de Colonia, en 2010 cada ciudadano de la UE utilizó, como promedio, 198 bolsas plásticas, 175 de ellas de “usar y tirar”. La meta, recogida en la Directiva Europea para limitar esos recipientes, es reducir esa cantidad a 90 bolsas en 2019, y a 40 en 2025. Una gran noticia para la ecología humana.

En Reino Unido, por su parte, las microesferas cosméticas se han convertido en un grave problema. Estas minúsculas partículas, presentes en geles exfoliantes, detergentes e incluso pastas de dientes son ahora la gran amenaza “invisible” de los océanos, al ser ingeridas por peces y mariscos a través de los cuales llegan a la cadena alimentaria humana. Una ducha con un gel exfoliante puede liberar hasta 100.000 micropartículas. Lo mismo sucede con las bolsas plásticas, que de ahora en adelante deberán ser biodegradables o sencillamente no utilizadas en absoluto.

De ahora en adelante, nos iremos de compras con bolsas de fibra o de tela.